La inteligencia emocional es la capacidad de identificar, nombrar, expresar y gestionar de manera adecuada y saludable nuestras emociones; y así mismo saber identificar las emociones de los demás.
La psicóloga Victoria Martínez, fundadora de www.metodoemociona-t.es, define así la inteligencia emocional; y añade, “la inteligencia emocional no es el control absoluto de las emociones de manera que seamos personas “planas”, sino todo lo contrario: es darse permiso para sentir.

Las personas sanas tenemos emociones que van asociadas a la repercusión que sobre nosotros tienen las cosas que nos suceden en la interacción con el entorno.
La inteligencia emocional es la capacidad de saber identificar lo que estamos sintiendo y expresarlo de manera adecuada, en el momento correcto y con la persona implicada.
Para poder identificar y expresar algo, lo primero que necesitamos es saber nombrarlo, por tanto, yo siempre defino la inteligencia emocional como un idioma nuevo que queremos que nuestros hijos aprendan. “
Para que los niños/as sepan disfrutar al máximo de los momentos de felicidad y posean recursos para manejar el malestar emocional es necesario que sepan identificar y gestionar sus emociones.

Los padres, educadores y profesionales, somos los que le vamos a enseñar al niño/a cómo hacer esto. Por lo tanto, nosotros somos los primeros que tenemos que aprender a identificar y canalizar nuestras propias emociones.
¡¡Ufff, qué difícil parece!! Pero no lo es tanto.
Si educamos a nuestros niños/as emocionalmente conseguiremos:
- Un correcto ajuste psicológico.
- Unas relaciones sociales más sanas y felices.
- Una mejora en el rendimiento académico.
- Un gran desarrollo de la comunicación personal e interpersonal.
- Un menor índice de conductas agresivas o violentas.
- Una mayor tolerancia a la frustración.
- Una mayor capacidad de resolución de conflictos.
- Una mayor satisfacción consigo mismos, al sentir que sus emociones son saludables.
- Una mayor salud física, al no tener emociones reprimidas que se somaticen en el cuerpo.
Y sobre todo va a ayudar a desarrollar la conducta empática de los niños/as: es importante saber cómo nos sentimos, pero igual de importante es saber cómo se sienten los demás. Si queremos lograr un mundo más humanizado en el que el respeto por uno mismo y por los demás sea la base de nuestra sociedad, es imprescindible comprender las emociones de otras personas.
Nuestro objetivo va a ser que los niños/as sean capaces de verbalizar cómo se sienten: cuando estén contentos, tristes, enfadados o tengan miedo, y dotarles de estrategias y recursos personales para manejar dichas emociones de manera saludable.

No es cuestión de controlar la emoción, sino de que aprendan a canalizarla, porque todas las emociones tienen su sentido en el desarrollo del niño/a.
Todas las emociones son válidas si se expresan de la manera correcta en el momento adecuado.
Como padres, debemos empezar por nosotros mismos, si queremos ayudar a nuestros hijos a gestionar sus emociones, por ello os propongo unos ejercicios:
1. Autoconocimiento:

Saber cómo reaccionas ante distintas situaciones, qué cosas no soportas de los demás, qué cosas te hacen sentir feliz, …
Cuando una persona no se conoce a sí mismo, no conoce nada.
Lo ideal es escribirlo. Escribir esos pensamientos, emociones o sentimientos que nos acompañan a lo largo del día.
2. Autorregulación

Es decir, pensar antes de actuar para controlar la impulsividad.
No es reprimir las emociones, es saber gestionarlas para que no nos arrastren.
Algunos autores lo llaman equilibrio emocional.
3. Empatía

La empatía es la capacidad de ponerse en el lugar del otro y ser capaz de sentir lo que el otro está sintiendo.
Es “no juzgar” a los demás, sino intentar comprender por qué hacen lo que hacen.
4. Habilidades sociales

La inteligencia emocional no puede ser entendida sin la vida en grupo o “tribu”, ya que una persona emocionalmente inteligente sabe cuándo un miembro del grupo necesita un abrazo, una palabra de consuelo, una sonrisa apoyo, etc…, es decir, buscará el bienestar de los demás tanto como el suyo, porque entenderá que la verdadera felicidad no es verse feliz, sino ver cómo los demás son felices con él.
5. Automotivación

Las personas emocionalmente inteligentes sacan voluntad y fuerza incluso en los peores momentos; sacan una sonrisa aunque no tengan ganas.
Nunca dejan de intentarlo.
Si nuestro objetivo es que nuestros pequeños hablen sobre sus emociones, lo primero que tendremos que hacer es hablar sobre emociones. Sobre las nuestras, las suyas y las de las personas que nos rodean.
Si no somos capaces de nombrar nuestras emociones…..¿cómo vamos a enseñarles a los peques a nombrar y gestionar las suyas?
Así que..…¡¡a practicar y a bucear en nuestro mundo emocional!!

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